
Fruto del insomnio y la endorfina a la espera.
Y era este amanecer, El que locamente esperaba, Era el instante de tu tiempo en que te quería solo mía, Era el espacio en que absorto deseaba las redondeces y sutiles formas.
Era el momento de la cadencia, la sinfonía, La evocación de la eufonía. Era el sueño de los normales Pero no el de los amantes.
Y aún sabiéndote compartida Comprendía que eras mía.
Mi egoísmo nublaba el ambiente Así tan solo unas horas después Sin mirar el reloj, El súbito y tranquilo Sol apareciera, Y el crepúsculo anunciara una repetición De aquella historia de los amantes en Gracias por el Fuego.
Una vez más daba cuenta El corazón coraza del inmortal Benedetti. Porque eres mejor que todas tus imágenes Y porque te tengo… Y no. Y más aún, Porque no viniste a recoger tu imagen.
Juan Carlos Martínez Botero
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